ABUSO SEXUAL
Profesor de danza fue denunciado por abusar de su compañera
“Me despierto porque sentí que me estaban tocando la cola por debajo del pantalón y mi ropa interior. A lo único que atino es a sacarlo y levantarme, cuando me levanto me doy cuenta que tenía el jean desprendido”, contó una joven que denunció en la provincia de Córdoba a un profesor de la Escuela Provincial de Danza de Río Gallegos, por abuso sexual.
En las últimas horas se conoció a través de la red social de Facebook la historia de una joven, bailarina, que denunció el 16 de enero en la provincia de Córdoba, a su compañero, quien además es profesor de la Escuela Provincial de Danza de Río Gallegos por abuso sexual. "Era un viaje normal con el grupo de danzas, era mi compañero hace 3 años en el Ballet”, comenzó narrando la joven, y recordó: “Todo sucedió en la madrugada del día Martes 15 a la vuelta de la presentación en el festival de Doma y folklore, en la ciudad de Córdoba Capital, cuando con algunos compañeros decidimos salir a tomar algo para festejar la presentación, compartir algo, pero llovía, así que decidimos comprar unas cervezas y juntarnos en una de las habitaciones donde dormían cuatro de mis compañeras. Escuchando música, charlando sobre la presentación, riéndonos un poco, todo muy normal, como ya había ocurrido algunas veces”. Pero el cansancio le ganó y se durmió en una de las camas con una de sus compañeras. Después de un rato: “Este tipo (Jonathan) decide pasarse a un colchón en el piso con la intensión de acostarse con mi compañera (yo sigo durmiendo). Todo esto me lo contaron mis compañeras después, porque yo dormía. Ocupa mi lugar, y empieza a molestar a mi compañera, con la que yo estaba acostada, ella lo saca, y así deambula por la habitación viendo con quién podía acostarse, y eso que había una cama libre, pero bueno, sus intenciones no eran buenas”. Más tarde, todos deciden dormirse: "“Este enfermo se acuesta en el colchón donde yo me encontraba, pero para los pies. Una de las chicas me cuenta que ella esperó a que él se durmiera para quedarse tranquila, porque tenía miedo de que haga algo, estaba bastante ebrio y anteriormente había molestado a una de ellas, intentó acostarse con todas”. “Calculo que cerca de las 8 o 9 am, me despierto porque sentí que me estaban tocando la cola por debajo del pantalón y mi ropa interior, si, era este enfermo. A lo único que atino es a sacarlo y levantarme, cuando me levanto me doy cuenta que tenía el jean desprendido, me lo abrocho y empiezo entre dormida a buscar mi celular para irme a mi habitación, a llorar”. En horas del mediodía la joven les contó a sus compañeros que estuvieron en la habitación, “¿Por qué no los desperté? No lo sé, estaba shockeada, me daba vergüenza, salí prácticamente corriendo de ahí. Tuve que aguantar verlo todo el día, incluso intento hablar conmigo, pero yo no le hice caso, seguramente quería "pedirme disculpas", que horror. Anduvo como si nada, y anda como si nada, ¡porque es un enfermo!”. Al otro día, el día Miércoles 16: "Decido contarle a mi director, gracias al apoyo y acompañamiento de mis compañeras. Apenas le cuento, él decide inmediatamente llevarme a hacer la denuncia, triste y sorprendido por toda la situación, ya que nunca le había pasado algo así en tantos viajes que ha tenido, no me dejó sola en ningún momento y mis compañeros tampoco. Hicimos todos los trámites legales correspondientes, recibí una excelente atención por parte de la justicia de Córdoba, no fui juzgada en ningún momento, todo lo contrario, fui escuchada y acompañada todo el tiempo”.
Agregó que el director fue asesorado por la justicia: “Le pidió a este enfermo que se retire, por seguridad del grupo y la mía, con la madre de testigo por vía telefónica para que no haya malos entendidos, así que se retiró y por suerte no lo volví a ver. ¿Saben que dijo Jonathan? Que solo se había acostado, pero que no me había hecho nada”.
En su relato la joven contó que su atacante da clases en Río Gallegos: “Trabaja con mujeres de todas las edades, incluso tiene una causa por acoso a una menor, sí, a una alumna de él. Estoy tranquila, me saqué un peso de encima, pero estas cosas no se olvidan más. Por momentos me acuerdo del momento horrible, de su respiración agitada detrás mío, sus manos tocándome, es un horror, una tortura!! Además de haber hecho la denuncia correspondiente, que pese más la justicia social, que no pueda hacerle daño a alguien más, que todos sepan la clase de enfermo que es este tipo, que incluso hasta se ríe de lo que hizo, naturalizándolo y diciendo " Me fui al carajo"(riéndose), se lo dijo a un compañero”, pero además: “Tuvo la cara de escribirle al director, "pidiéndole disculpas" por todo lo sucedido y diciendo que se hacía cargo de lo que había hecho. ¡Puro teatro! Estos enfermos no se curan, no se arrepienten, estuvo consciente todo el tiempo de lo que me hizo, ¡está enfermo!”.
La víctima, se lamentó y expresó: “Estamos en una sociedad donde LAMENTABLEMENTE nos tenemos que cuidar muchísimo. No somos culpables, no es la forma de vestir, no es el alcohol, no es estar en el lugar "incorrecto". NADIE absolutamente NADIE, tiene derecho de tocarnos, besarnos sin nuestro consentimiento. ¡Son estos enfermos los que tiene que parar! Corrí con suerte de que no pase a mayores, pero sigo pensando que hubiera pasado si no me despertaba a tiempo. Incluso me sentía culpable, de haberme quedado ahí, de haberme dormido ahí, pero la culpa no es mía, ni de ninguna. Son estos enfermos los que no tienen ni que existir”.
Lunes, 21 de enero de 2019
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