Pasada la etapa política –y esperando el balotaje-, la discusión de los vecinos pasó a centrarse en algo más cotidiano: la aceptación o el rechazo hacia Noche de Brujas. Los comercios, en tanto, ya decoran con la parafernalia típica de fines de octubre.

Luego que se conocieran los resultados oficiales en Argentina, Santa Cruz y Río Gallegos, la discusión en las redes sociales dejó la política de lardo y pasó a centrarse en una temática típica del mes de octubre: la aceptación o rechazo de la festividad Halloween o Noche de Brujas. Gracias a la proliferación de internet en las casas y la publicidad en televisión, cada vez son más los chicos que le piden disfraces de terror y salir a recorrer pasas para buscar caramelos. Si bien durante los últimos años cada vez son más quienes festejan esta actividad, lo cierto es que gran parte de la sociedad aún ve Noche de Brujas como algo extranjero.

Por su parte los que hacen gala de esqueletos, calabazas y demás ítems son los comercios. Debido a las distribuidoras, la decoración con fantasmas y brujas es moneda corriente. En especial en el centro de la ciudad.
Los detractores argumentan el poco sentido nacional que tiene festejar una cultura principalmente europea y norteamericana por adopción. Quienes van más allá hacen la crítica desde lo religioso y defienden que se trata de una celebración “a los muertos”. A través de las redes sociales la discusión cruza personajes dispares como Patoruzú y una parca salida de dibujos animados estadounidenses.

El próximo 31 de octubre, mientras algunos destilen su enojo a través de Facebook, algunos niños recorrerán las calles disfrazados, pidiendo caramelos e imitando lo que tanto consumen por televisión. La ciudad de a poco se amolda a una fiesta que, pese a ser detestada por algunos, es disfrutada por otros.


Miércoles, 28 de octubre de 2015